La industria de la animación
Toei Doga
En agosto de 1958 nació la mayor productora de cine de animación de Japón, Toei. Hiroshi Okawa, presidente de la productora, se fijó en sus viajes al extranjero en el cine de dibujos animados norteamericano, y decidió poner los medios necesarios para el crecimiento en calidad del género en Japón hasta hacerlo exportable y competitivo. Hasta entonces, los productores japoneses de cine de animación contaban con instalaciones muy pobres y equipos reducidos, por lo que no era posible realizar largometrajes tan notables como los occidentales, ni alcanzarles tampoco en longitud o volumen. Okawa, tras estudiar la situación del género en Japón, decidió comprar la compañía Nichido Eiga de Sanae Yamamoto, pasando éste y sus 23 empleados a formar parte de Toei, que crea la subdivisión Toei Doga.Okawa, al son de su lema favorito, «tenemos que convertirnos en la Disney de Oriente», construyó unos estudios de tres plantas con todas las facilidades modernas, y puso al frente de estos a Yamamoto como máximo responsable. Su primer y espectacular trabajo fue Hakujaden —La leyenda de la serpiente blanca, 1958—, superproducción de 78 minutos en la que trabajaron 109 personas y que se convirtió en el primer largometraje en color del cine de animación japonés.
Gracias al éxito de esta primera producción, Okawa se marcó el objetivo de estrenar un largometraje de animación por año. Uno de los que recibió mayor aceptación de crítica y público fue Wanpaku Ōji no Orochi Taiji —literalmente El valeroso príncipe derrota a la serpiente gigante, 1963—, dirigida por Yugo Serikawa (1931-2000), que procedía del cine de imagen real, donde era ayudante de dirección de Nobuo Nakagawa y Kyōtarō Namiki en Shintoho. Entre los ayudantes de Serikawa en esta película estaba el aún desconocido Isao Takahata, así como Yasuo Ōtsuka (1931), que era un funcionario dedicado a la lucha anti-drogas que dejó su trabajo para dedicarse a la animación.
Toei Doga, que en 1998 cambió su nombre por el de Toei Animation, se adelantó a sus competidores al empezar en 1993 la digitalización del proceso de animación, que sustituyó a los largos procesos tradicionales y que hoy día es empleada en la casi totalidad del género producido en Japón. Por ello, a Okawa le corresponde no sólo el mérito de haber apostado por la animación japonesa consiguiendo llevarla hasta un nivel que permitiese su exportación a todo el mundo, sino también el de haber producido su digitalización, creando con ambas decisiones las bases para su crecimiento y difusión.
Osamu Tezuka
Su primera obra, de carácter experimental, es Aru machikado no monogatari —literalmente Historia de un rincón de la calle, 1962—. Con un trasfondo antimilitarista, los protagonistas son las paredes de una ciudad, testigos de una apasionada historia de amor entre el póster de un violinista y el póster de una pianista, romance que será interrumpido continuamente por los pósteres de un dictador. Con una duración de 39 minutos y un tono poético, Tezuka coordinó el montaje y la dirección, contando en este último apartado con la ayuda de Eiichi Yamamoto (1936), procedente de Otogi Productions, y Yusaku Sakamoto, que venía de Toei Doga.
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